Durante esta etapa, los padres vamos a ver cambios drásticos en el comportamiento de los niños, frecuentemente se debe a que ellos están comprendiendo cada vez más su entorno, y muchas veces, esta comprensión se manifiesta en temores.
Nosotros como adultos, muchas veces tenemos cicatrices psicológicas que vamos arrastrando desde pequeños.
Sin darnos cuenta, también les transmitimos a ellos estos temores y de esta forma incrementamos los suyos propios.
Hay niños que tienen miedo de la oscuridad, de los perros, de ruidos, o de la soledad.
Odian dormir solos, y lloran mucho cuando nos vamos.
En mi caso particular, muchas veces emprendí la huida cuando ella estaba dormida para que no me viera irme a trabajar por que me rompía el corazón verla llorar a través de la ventana mientras yo aceleraba el carro.
Realmente ambas actitudes son incorrectas.
Uno le hace daño a sus hijos sin darse cuenta.
Muchas veces los padres piensan que su hijo esta actuando inmaduramente y se desesperan. Estos miedos lo que en realidad reflejan es que los niños están madurando.
Con el paso del tiempo, los niños se van dando cuenta cada vez más de lo que significa el peligro, y por eso les da miedo el dolor, las heridas.
Es en estos momentos cuando el adulto, absurdamente amenaza al niño con "llevarlo a inyectar" "que el señor de la basura se lo lleve" cuando se porta mal.
Que errores cometemos con los niños realmente.
La característica de los niños a esta edad es el gran desarrollo de su imaginación y comienzan a tener miedo de lo que no ven, como los fantasmas o los monstruos debajo de la cama. Y muchas veces el niño si los ve; se los imagina pero como es muy inexperto y todavía no sabe distinguir la diferencia entre la ficción y la realidad pues realmente se asusta.
El niño ha aprendido que los monstruos, las películas de terror, las máscaras de Halloween, son cosas de las que hay que temer, pero todavía no sabe que son falsas y que debe estar tranquilo.
Y ¿por qué ese miedo tan intenso a quedarse solo?
Pues es realmente fácil de deducir. Si el niño sabe lo que es el peligro, y vive asustado por los estímulos externos amenazantes a esta edad, entonces al verse ir a su adulto de referencia, se llena de miedo por que no se da cuenta que el adulto siempre va a volver.
Por lo que en esta edad, lo que los niños necesitan es sentirse seguros. Que respetemos esos miedos, que por mucho que nos parezcan ilógicos o excesivos son reales para ellos.
Al mismo tiempo que tiene miedo de cosas imaginarias u objetos, también es posible que sienta temor o rechazo a otras personas, y que de repente de un día para otro, ese niño que era bien risueño, que a todos besaba y saludaba, se vuelva un poco retraído y tímido.
Ahora tiene miedo de los extraños, por que ya ubica perfectamente a su familia y siente recelo cuando se acerca alguien a quien no conoce muy bien, y mucho más, cuando lo abraza o lo quiere cargar. En este momento, el niño esta diciéndoles a los adultos quien si y quien no puede tocarlo. Y esto hay que respetarlo. Nosotros mismos como adultos no toleramos ser tocados sin nuestra autorización, entonces, ¿por qué obligar a un niño a que sea estrujado, cargado, besuqueado, cuando el no lo desea?
Dado que los niños no tienen bien estructurada la empatía a esta edad, entonces no se dan cuenta de lo que sienten los demás, de que la otra persona quiere ser amable o expresarle su amor. No. El niño no lo ve así. Y como dije antes, se debe respetar.
Para que un niño comprenda lo que es la empatía y el respeto, entonces debemos empezar por respetar sus sentimientos. Sobra decir que es estúpido burlarse del miedo de un niño por algún estímulo amenazante. "Hay que hacerlo hombrecito" "No nos vaya a salir gay" y demás comentarios absurdos hechos muchas veces por los mismos padres, lo único que consiguen es hacer saber a los niños que sus miedos, que su realidad, es tonta, que ellos lo son. Que sus sentimientos no valen. Entonces desde la más tierna infancia les estamos enseñando que ellos no valen como personas.
Detengamos esta cadena de violencia.
Cuando el niño sabe que los padres respetan sus sentimientos, entonces ellos mismos van a desarrollar más confianza en sí mismos.
¿Cómo les vamos a ayudar entonces?
Ayudarle a comprender sus sentimientos y ponerles nombre y apellido, con palabras sencillas que ellos comprendan.
Mostrar empatía con ellos diciéndoles que muchas veces nosotros mismos hemos tenido miedos similares.
Obviamente no avergonzar al niño por expresar sus sentimientos.
No castigarlo por llorar o sentir ese miedo.
Como siempre, debemos anteponer el amor.
El amor, se traduce en paciencia, en serenidad.
Recordar comportarnos como adultos, por que esperan ese comportamiento de nosotros. Seguridad=confianza=apoyo incondicional.
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